Actualmente, el medio de expresión e información con mayor incidencia en el mundo son las redes sociales, sobre todo el Twitter, Instagram y Facebook; cotidianamente los usuarios, representantes de todas las demarcaciones geográficas del mundo, expresan aprobación o desaprobación de temas sociales, políticos, económicos, deportivos y religiosos.

En el tema que nos compete, la política; una de las formas más llana y lineal de expresar su simpatía o rechazo a la labor de autoridades electas por el sufragio de cada ciudadano, son los comentarios y post en redes sociales, referentes a temas de interés de una nación o ciudad en particular.

Algunos, llamados políticos, representantes del pueblo; que, echan al olvido el apoyo de sus ciudadanos; se dedican a practicar la eliminación de mensajes, comentarios y expresiones, sin ningunos de ellos rallar en la falta de respeto, ni mucho menos en el descrito; sola y únicamente por ser contrarios, desfavorables u opuestos a sus pareceres, acciones o convicciones.

Esta tendencia, denominada intolerancia digital, refleja el carácter anacrónico, caudillista, intolerante y prepotente, de personajes con títulos de autoridades, pero con similitud de faraones, que erradican a todos los que intentan pensar o expresar sus pensamientos.

Eliminar la expresión de un ciudadano, eliminar el sentir de un pueblo, eliminar la evaluación a sus acciones o a su gestión, de parte de quienes le alzan con la curul, reflejan sus rasgos mediocres de cero tolerancias al pensamiento de los demás, por ende, le alejan de ser un ente participativo y practico de la democracia.

Vivimos en la era de la libre comunicación, la democracia digital y la expresión libre del pensamiento, apegados a los criterios del respeto, la objetividad y la diversidad de pensamientos. Es imperdonable e inconcebible la absurda practica de borrar lo que no le gusta o lo que deja al desnudo alguna mala practica en las labores propias del cargo para el cual ha sido electo por el pueblo.

Queda de cada uno de los usuarios de las diferentes redes, que a la vez son los ciudadanos que acuden a las urnas; pasar factura al grupo aprensivo e incompetente que mutilan el sentir del prójimo. La intolerancia digital es la muestra viva de la intolerancia colectiva a las acciones democrática de los ciudadanos.