Manuel Jiménez, fue electo presidente de la República cuando renuncia al cargo el general Pedro Santana.
Jiménez había sido parte importante del equipo político de Pedro Santana desde la Junta Central Gubernativa y luego como parte del Consejo de ministros.
No llenó las expectativas que como gobernante, se cifraron los dominicanos en su gestión. La población entendía que él podía sacar a flote a la naciente República, del estado de caos y crisis en que se encontraba.
Poco después de asumir la primera magistratura del Estado, Manuel Jiménez demostró debilidades para enfrentar con energía el estado de cosas prevalecientes. La mayoría de los funcionarios de Santana continuaron en sus posiciones; los haitianos continuaban avanzando en la guerra de recuperación del territorio dominicano y todo indicaba que no había soluciones eficaces contra los graves problemas nacionales. “Se le tenía como un ‘candidato de transición’, un hombre de ‘tercera posición’, llamado a conciliar los intereses políticos y personales de los conservadores y las aspiraciones e inquietudes de los simpatizantes del credo de Duarte. Pero nada de ello resultó”.
En medio de esa crítica situación, el Congreso convoca al General Pedro Santana, renunciante presidente de la República, para que asuma nuevamente la conducción de la guerra.
Santana triunfa nuevamente en el campo de batalla y al regresar a la capital entra en contradicciones con el presidente Jiménez, quien es derrocado y marcha al exilio el 29 de mayo del 1849.
Pedro Santana asume la conducción del gobierno nuevamente y a los pocos días de volver a gobernar convoca a elecciones para el 25 de junio del año 1849; y al Congreso Nacional para el 4 de julio, a los fines de proclamar al candidato presidencial ganador.
Santana había logrado un importante apoyo entre la clase económica alta del Cibao, y sobre todo de Santiago de los Caballeros. En tal sentido, induce el voto a favor de Santiago Espaillat, quien había ocupado altas funciones en el tren judicial y en el Congreso.
Santiago Espaillat resultó ganador con 45 votos de 60 electores participantes, pero no aceptó ejercer el cargo, renunciando pocos días después de ser electo, alegando que estaba “anciano, sin salud, sin riquezas y sin los instintos de la política”, [1]
De esta manera, Santiago Espaillat es considerado como el único presidente electo que renuncia a asumir el cargo de presidente de la República para el cual fue electo.