La iniciativa se dio en respuesta a una petición de ayuda para restablecer el orden hecha por el primer ministro de la nación caribeña, Ariel Henry.
Aunque Haití ha sufrido violencia de pandillas armadas durante décadas, en la actualidad atraviesa una ola de brutalidad que se intensificó después del asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021.
Las pandillas han tomado el control de grandes zonas del país, han aterrorizado a los residentes y han matando a cientos de personas.

El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que se necesita un «uso firme de la fuerza» para desarmar a las pandillas y restablecer el orden.

Al dar luz verde al despliegue, la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la misión por un año con una revisión a los nueve meses.
La nueva fuerza de seguridad llevará a cabo operaciones conjuntas y tendrá autoridad para realizar arrestos en coordinación con la policía haitiana, según indica la resolución.
También tendrá como objetivo crear condiciones para la celebración de elecciones en Haití, dado que las últimas ocurrieron en 2016.
¿Qué ofreció exactamente Kenia?
Kenia dijo en julio que enviaría a 1.000 agentes de policía a Haití, los funcionarios kenianos afirmaron que los oficiales protegerían los edificios y la infraestructura del gobierno.
Pero ese plan cambió después de que el país africano enviara una misión de investigación al mes siguiente.
Kenia ahora quiere desplegar una fuerza de intervención que neutralice a las bandas armadas, proteja a los civiles y restablezca la paz, la seguridad y el orden.
El ministro de Asuntos Exteriores, Alfred Mutua, dijo a la BBC que a su país también le gustaría ayudar a Haití a reconstruir infraestructura vital y establecer un gobierno democrático estable.
Bahamas, Jamaica, Antigua y Barbuda dijeron que participarán en la misión y el ministro añadió que es probable que España, Senegal y Chile también desplieguen personal de seguridad.
Mutua dijo que esperaba que la fuerza estuviera instalada a principios del próximo año.
¿Qué le espera a la policía de Kenia en Haití?
Haití está experimentando una crisis humanitaria y de seguridad multifacética que Guterres describió como «una pesadilla viviente».
Algunas zonas de la capital, Puerto Príncipe, que está rodeada de montañas están controladas o regularmente aterrorizadas (algunas estimaciones dicen que el 80%) por pandillas fuertemente armadas.
Estas bandas, con nombres en criollo haitiano como «Kraze Barye» (Barrera-Aplastadora) y «Gran Grif» (Gran Garra) han estado robando, saqueando, extorsionando, secuestrando, violando y matando durante los últimos dos años.
Portando armas automáticas traídas de contrabando en su mayoría desde Estados Unidos, los pandilleros a menudo están mejor armados que la policía local y, en ocasiones, hasta queman sus vehículos y estaciones.
Las pandillas controlan o atacan periódicamente las principales rutas de entrada y salida de la capital.
Una anarquía similar afecta a grandes áreas del oeste y centro de Haití, donde los «bandidos» ambulantes, como llaman los lugareños a los miembros de las pandillas, invaden y queman pueblos y ciudades.
Las bandas han causado caos, han perturbado los servicios públicos y el trabajo de las agencias de ayuda humanitaria, lo cual ha empeorado la pobreza y los problemas de salud en una nación que ya era la más pobre del hemisferio occidental.

Cómo les ha ido a las intervenciones extranjeras anteriores en Haití?
Haití es una antigua colonia francesa que se convirtió en la primera república negra del mundo a principios del siglo XIX, después de una revuelta de esclavos que hizo historia en 1791.
Así que la nación caribeña tiene una nutrida historia de intervenciones extranjeras.
Estados Unidos invadió y ocupó Haití de 1915 a 1934, enviando marines y administradores militares.
En 1994 y 2004 se produjeron más intervenciones militares estadounidenses para «defender la democracia» y restablecer el orden.
Esto hizo que muchos haitianos desconfiaran de la interferencia externa, especialmente la estadounidense.
Los despliegues anteriores de mantenimiento de la paz de la ONU en Haití, por ejemplo los de la fuerza Minustah liderada por Brasil entre 2004 y 2017, tampoco escaparon a la controversia.
En ese entonces se culpó a las tropas nepalesas de traer el cólera después del devastador terremoto de 2010.
Incluso la masiva intervención humanitaria extranjera encabezada por el ejército estadounidense que respondió al terremoto, y que fue acogida por muchos haitianos, generó debates delicados sobre la dependencia de la ayuda y los presuntos abusos cometidos por algunos trabajadores humanitarios y fuerzas de paz.

Qué piensan los haitianos de la oferta de Kenia?
El gobierno del primer ministro Ariel Henry y sus socios internacionales, así como la ONU y la mayoría de las principales organizaciones de ayuda, han dejado clara su opinión de que sólo una sólida operación de seguridad respaldada internacionalmente puede restaurar la normalidad en Haití.
Sin embargo, dentro de Haití las opiniones están divididas.
Van desde partidarios de la fuerza que dan la bienvenida a «nuestros hermanos africanos», hasta grupos de oposición que ven a Henry -que asumió el cargo de primer ministro poco después del asesinato del presidente Moïse- como un líder ilegítimo «de facto» cuyo gobierno se verá reforzado por la intervención extranjera.
Algunos críticos radicales acusan a Estados Unidos y otros gobiernos occidentales de intentar utilizar a los soldados kenianos para promover intereses «neocoloniales» e «imperialistas».
Un reconocido líder de una pandilla haitiana, el ex policía Jimmy Cherizier, alias «Barbecue», ha advertido que resistirá cualquier fuerza extranjera si ésta intenta mantener a Henry en el poder.
Pero una cosa está clara: cuando los agentes de policía de Kenia se enfrenten a las pandillas en Haití, tendrán que tener cuidado en evitar perjudicar a civiles inocentes, al tiempo que deberán ganar la batalla por los «corazones y las mentes».